Tras 16 años de trabajo, el documento reconoce por primera vez el derecho de autor para estos intérpretes en todo el mundo.
Los actores y actrices de los cinco continentes disponen desde hoy de un Tratado Internacional que reconoce el valor intelectual de sus trabajos. Esta histórica circunstancia es fruto del éxito de la conferencia diplomática que la Organización Mundial para la Propiedad Intelectual (OMPI) ha venido desarrollando en Pekín entre los días 20 y 26 de este mes, con la asistencia de 156 Estados miembros, seis organizaciones intergubernamentales y 45 no gubernamentales, entre ellas AISGE. El Tratado, en el que se venía trabajando desde el fracaso de la conferencia de 2000, abre por primera vez la puerta del régimen internacional del derecho de autor a los artistas de obras audiovisuales en al menos 48 países.
“Este es un triunfo para los actores de cine y televisión de todo el mundo, un día para felicitarnos por el esfuerzo tenaz desarrollado a lo largo de estos dieciséis duros años de trabajo”, se felicitaba en la madrugada china el director general de AISGE, Abel Martín Villarejo, que ha participado en todas las negociaciones internacionales sobre esta materia desde el año 1996. El Tratado de Pekín permite “cerrar una laguna del sistema internacional de derechos en lo que atañe a los intérpretes de las obras audiovisuales”, según reconoció Francis Gurry, director general de la OMPI, la organización de la Unesco competente en materia de propiedad intelectual. Desde ahora, los actores de todo el planeta, admitió Gurry, “ya no se sentirán discriminados”.
Equiparación con los músicos
En efecto, el Tratado de Pekín sobre Interpretaciones y Ejecuciones Audiovisuales otorga un marco jurídico internacional para la protección de actores y actrices. El documento reconoce a estos artistas derechos morales en todo el mundo (exigir que sean identificados en las obras, impedir la mutilación de sus interpretaciones), les concede protección por vez primera en el entorno digital y salvaguarda sus derechos contra la utilización no autorizada de sus interpretaciones en televisión, cine o vídeo. De esta manera, los artistas audiovisuales equiparan sus derechos con los músicos y compositores, que disponían de un Tratado Internacional sobre Interpretación o Ejecución y Fonogramas desde 1996.
El agravio comparativo entre intérpretes musicales y audiovisuales había suscitado protestas entre relevantes actores de la escena internacional. A lo largo de los últimos meses, la estadounidense Meryl Streep, la brasileña Sonia Braga, el chino Mei Baojiu o los españoles Javier Bardem y Antonio Banderas se habían dirigido a la OMPI para instar a sus miembros a que adoptasen el Tratado.
La trascendencia de este Tratado de Pekín se refleja en la participación registrada durante los siete días de conferencia, la mayor en toda la historia de la OMPI. Un total de 122 países firmaron el Acta Final del Tratado –que ratifica la celebración de la conferencia– y un total de 48 han firmado ya el acuerdo. El nuevo contexto jurídico abre la posibilidad de que los actores obtengan ingresos adicionales por su labor o que, potencialmente, puedan compartir con los productores los ingresos que generen las producciones audiovisuales a nivel internacional.