El lunes, el ministro Montoro presentaba el anteproyecto de la gran reforma fiscal aprobada en Consejo de Ministros. Esto significa que, de ahora en adelante, se abre un proceso en el que esta ley será aprobada. En la prensa, se ha leído que se trata de una gran bajada de impuestos y, por otro lado, que sólo beneficia a los que más ganan.
A los actores y actrices esta reforma nos será de interés como trabajadores y, por tanto, queremos explicar un cómo será, a partir de que se apruebe, el IRPF, que es el impuesto que se deriva de lo que gana cada persona (sea por trabajo, como autónomo o por otros medios como acciones, planes de ahorro o alquileres).
Este impuesto funciona por tramos de renta, es decir que se basa en que lo que se cobra hasta la cantidad A paga un porcentaje, lo que se gana desde A hasta B paga otro porcentaje y así sucesivamente. Hasta ahora había 7 tramos, pero la reforma los reduce a 5 tramos, lo cual hará que muchas rentas medias se agrupen y que haya menos diferencia entre ellas, por lo que pagarán el mismo porcentaje gente que cobre cantidades diferentes.
Aun así, es cierto que se bajan los porcentajes que se pagan de todos los tramos existentes. Esto significa que nos bajan a todos el impuesto que pagamos directamente. El resultado práctico para los que menos ganan (rentas bajas y rentas medias) es que anualmente se dejarán de pagar unos euros menos, alrededor de 200€, según los cálculos que se han hecho por expertos a la luz de los datos del ministro.
En cambio, el impuesto beneficiará a los que más dinero ganan, pues las reducciones se acumulan, de tal manera que quién más gana disfrutará de cada una de las reducciones que se han producido en cada uno de los tramos.
A esto hay que sumarle que se eliminan dos de las grandes exenciones existentes. La primera de ellas, muy frecuente para los actores y actrices, es la del despido. Hasta ahora, toda indemnización por despido que no superase el límite establecido por la ley no tributaba (es decir, que a no ser que te pagaran más de lo debido, la indemnización quedaba libre de impuestos). Ahora mismo, se ha establecido que no tributarán las indemnizaciones de hasta 2.000 euros y todo lo que pase de esa cantidad tendrá que cotizar. En el caso de actores y actrices, esta cantidad se supera por mucho en todos los despidos, dado que en los convenios colectivos nuestro despido sigue una valoración diferente que es más alta que el establecido por la Ley.
Otra de las medidas que se modifica es la exención del alquiler que se reduce en un 10% (del 60% al 50%) para el alquiler general y un 50% (del 100% al 50%) a los menores de 30 años. Esta medida implica nuevas dificultades a aquellos que viven de alquiler, que en el sector son una gran mayoría dada la gran concentración de empleo que se da en las grandes ciudades.
Estas medidas, lejos de tener un objetivo recaudador, reducirán los ingresos del Estado y tienen una doble cara que ya han señalado diferentes economistas y expertos fiscales, así como las autoridades europeas. Mientras que Europa sigue pidiendo recortes y mayores pagos para devolver la deuda esto produce una pérdida de ingresos, al no poder cumplir los objetivos marcados por la Unión Europea volveremos a cargar el peso de la austeridad sobre los gastos, reduciendo el gasto público, lo que es igual a recortes de servicios ciudadanos.
La consecuencia que aparece en el horizonte es que nos ahorraremos unos pocos euros anuales en impuestos (mientras los que más ganan y las empresas se ahorraran unos pocos más) y, a cambio, volveremos a sufrir recortes de derechos todos, sin progresividad.
Por ello, como sindicato debemos preguntarnos: ¿No sería mejor pagar todos, en progresión a lo que se gane y disfrutar de unos mejores derechos para todos?