UN CONVENIO DE MENOR CUANTIA: EL DOBLAJE, A PRECIO DE SALDO.

La recién creada Federación de Doblaje y Sonorización de España (FEPRODO), se estrenaba hace unos días con una noticia sensacional, que dábamos también en el Boletín: han logrado sentarse a la mesa con los diversos Agentes del sector, los más importantes y necesarios, con el aval de CCOO y UGT y el beneplácito de la FAEE y de OSAE, nuestras dos Federaciones estatales de Actores y Actrices, para iniciar unas conversaciones tendentes a negociar un convenio estatal de todos las ramas que intervienen en el doblaje. El convenio más amplio y ambicioso jamás soñado hasta ahora, no ya en el ámbito territorial -que ya se firmó uno estatal, pero sólo de la rama artística, en 1993, aún vigente-, sino también en el funcional, al intentar encuadrar en él, de mútuo acuerdo, a todas las ramas que participan en el doblaje, lo que sería un logro sin precedentes y sumamente ventajoso para todos los afectados.

Sin embargo, ignorando este noble y costoso empeño, un pequeño grupo de dobladores, que hace más o menos un año se erigieron en sindicato, al margen de los mayores e históricos sindicatos ya existentes en Catalunya y federados en FEPRODO o en OSAEE, pretenden negociar un convenio menor y a la baja que destroza los parámetros habituales asentados y respetados por todos desde que existe el doblaje en España, en cuanto regulan la estructura laboral consuetudinaria del sector: convocatoria, ‘take’, jornada, etc, etc. Lo que no sólo les perjudicaría a ellos, los propulsores del invento, sino que sólo beneficiaría, y a muy corto plazo, al pequeño grupo de empresas con el que se han coaligado y al que pretenden servir. Una ceguera criminal de la junta directiva de ese sindicato, pero que la Federación de Doblaje y Sonorización solventará con facilidad gracias a su capacidad de unión y cohesión que hasta hoy ha conseguido en toda España. Una traición en toda regla, amparada en la cacareada ‘competitividad’ (eufemismo de abaratamiento y pérdidas), que lo único que hace es hundir los precios para trabajar más, pero más deslealmente contra el resto, hasta que los demás, en un movimiento de autodefensa, los hundan también para seguir ‘compitiendo’, y revienten así el beneficio de todos, demoliendo el edificio que tanto ha costado levantar y mantener: el justiprecio colectivo.

Todavía quedan ‘sabios’ que confunden el culo con las témporas. No es una especie nueva, no, pero parece que acaban de descubrir el Mediterráneo en Barcelona y nadan plácidamente a favor de la corriente ultraliberal más salvaje, siempre entre dos aguas:  ¡alevines aventajados de la vieja escuela del camuflaje sindical amarillista, supervivientes del ultranacionalismo más insolidario, que acaba de crear la autodenominada subespecie ‘dobarna’,  defensora solamente de su junta directiva,  por más que perjudique a sus propios afiliados y al resto del Estado!

CARTA FEPRODO DEL 23 DE ABRIL 2012 (pdf)

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