El próximo 14 de noviembre toda Europa saldrá a la calle para hacer oír un clamor unitario contra las políticas neoliberales que, lejos de salvarnos de la crisis, procuran sacarle todo el provecho. Asistimos al desmantelamiento en dos años de un Estado del Bienestar que nos ha costado un siglo y medio, con revoluciones y guerras mundiales incluidas. Aprender en la escuela, ir al médico, cobrar una jubilación, participar del hecho cultural, son expresiones de la calidad de vida que hemos conquistado gracias al establecimiento de dicho Estado del Bienestar. Nos mienten cuando afirman que él es el culpable de la crisis financiera, una crisis que no sufren, por cierto, los mercados financieros salvados con dinero de todos. Pero más allá de los muchos motivos para ir a la Huelga el próximo 14N, el sector artístico encara la convocatoria con fundamentados recelos sobre su éxito, con la impresión de que estamos agotando nuestros recursos humanos, nuestra paciencia.
La actitud muchas veces oportunista y cobarde, ancorada en el funcionamiento del pasado y, por tanto, poco efectiva por parte de los sindicatos llamados “más representativos”, ha acabado abocándonos a un callejón sin salida: los poderosos siguen estafándonos y, en cambio, nuestra capacidad de respuesta disminuye. El activismo es necesario, pero desinteresa cada vez más a la gran mayoría de una población asqueada, desilusionada, sin ánimo. La percepción de que sindicatos, partidos políticos e incluso hasta entidades de la sociedad civil forman parte de un entramado que no hace otra cosa que legitimar el status quo es cada vez más evidente. Prueba de ello es la gran pasividad de la ciudadanía que, gracias a la elevada abstención, procura mayorías absolutas a los mismos poderosos que la hunden en la miseria.
Entendemos que ahora mismo hace falta unidad de acción, y por eso secundamos la convocatoria de una huelga en unos momentos tan comprometidos económicamente para trabajadores y pequeñas y medianas empresas. Y tenemos plena consciencia del sacrificio que supone esta Huelga General, especialmente para el sector cultural, buena parte del cual está abocado a la desaparición. La unidad de acción, sin embargo, no puede servir de cebo para que mordamos el anzuelo del seguidismo incondicional. Es necesario que las grandes centrales sindicales inicien la autocrítica que debe conducirnos a un nuevo establecimiento de las reglas del juego a nivel sindical. Es necesario el reconocimiento del sindicalismo sectorial de una manera justa y proporcionada. Como es necesaria también la reformulación de la res publica y el replanteamiento de su corpus legislativo (Ley Electoral, Ley Orgánica de Libertad Sindical, Ley del IRPF…). Hoy hacen falta posiciones valientes que cuestionen a las propias instituciones y posibiliten una refundación de la democracia en Europa.
Sólo así conseguiremos salvaguardar los derechos de las personas ante la maquinaria de un capitalismo salvaje e insensible.
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Este es el manifiesto de la AADPC, SindicArt, OSAAEE y TACE-Catalunya.