109 Revista Actores / Entrevista / Julieta Serrano, Premio «A toda una vida»

"Estoy a gusto en cualquier medio porque lo que me gustan son los equipos"

Julieta Serrano. Vitalidad, fuerza, ilusión, dinamismo, empuje, ánimo, brío, vigor, energía, es lo que transmite cuando estás con ella.

A.- ¿Cómo supiste que querías ser actriz?

JS.- Mis abuelos paternos eran actores. Tenían una compañía de zarzuela y en mi casa había un baúl lleno de ropa de escena. También había un piano y una tía mía era cantante y murió muy joven, a los 28 años, de gira por Buenos Aires. Llegó la guerra, murió mi abuelo, mi abuela estaba retirada y mi padre se fue a la guerra. Creo que mi padre era un artista frustrado, tenía aptitudes de pintor, algo que yo heredé de él, porque yo antes de dedicarme a ser actriz también dibujaba para ganarme la vida, pero la dureza de la vida teatral, la guerra y la responsabilidad de una familia, aunque mi madre era modista y trabajaba también, hicieron que mi padre no se decidiera. En resumen, en mi casa se respiraba el teatro. De pequeña me aprendía poemas, como "La Pubilleta", ese poema catalán, que yo después recitaba subida en una silla, y tenía sueños y fantasías de actriz.

A.- ¿Recuerdas cuándo fue la primera vez que te subiste a un escenario?

JS.- Recién terminada la guerra, mi padre aceptó que a su niña le gustara lo de ser actriz. La primera vez fue en una fiesta benéfica en el Teatro Cómico, en el Paralelo de Barcelona. Mi madre me hizo del vestido de primera comunión (aunque en mi familia no eran muy católicos, la hice a los once años), un vestido de noche sólo quitándole las mangas y poniéndole unas florecitas. Quedó monísimo. Me hicieron unas trenzas y recité el poema "Oriental", de José Zorrilla.

A.- Y desde entonces, ¿cómo ha sido tu carrera?

JS.- Mi carrera empezó en Barcelona. Desde los quince años trabajaba dibujando para ganarme la vida. Luego, de 7 a 9 de la noche, iba a la escuela de Artes y Oficios y sacaba el tiempo de donde podía para hacer teatro de aficionados en el Orfeón de Sants, en el de Gracia, en un grupo que tenía Miguel Narros, que vivía en Barcelona y con el que comencé a hacer Teatro de Cámara y Ensayo, que eran unas obras que no habían pasado censura. Recuerdo que la última después de tres meses de ensayo la prohibieron y no pudimos estrenar. Pero en esos ensayos me vio José Luis Alonso, que dirigía la Compañía de José Tamayo, y me propuso ir de gira con El diario de Ana Frank, así que me lié la manta a la cabeza, dejé mi trabajo y me pasé un año de gira por toda España. Y ahí empezó todo. Al poco tiempo Miguel Narros se vino a Madrid y me llamó para hacer el papel de la "niña" en La rosa tatuada y a partir de ahí ya vino todo rodado. Madrid me lo dio todo.

A.- ¿Lo mejor y lo peor que recuerdas de tu carrera?

JS.- No recuerdo nada negativo. He trabajado muchísimo y todo son buenos recuerdos. Para mí ser actriz es un privilegio. Y aunque fue duro y había una situación precaria, que ahora estamos recuperando desgraciadamente, yo era muy joven y tenía la ilusión de que estaba haciendo lo que quería y lo que soñaba.

A.- ¿Te queda algún sueño por cumplir en esta profesión?

JS.- No. Que a mi edad me sigan llamando ya es un sueño. Si acaso tengo una espinita y es que yo, adoro a Chejov y he hecho muy poco. Sólo la Gaviota en TVE, con José Antonio G. Páramo, y una sustitución en una gira a Berta Riaza en El jardín de los cerezos.

A.- ¿Dónde te encuentras más cómoda, en teatro, cine o tv?

JS.- La televisión puede ser muy divertida y muy apasionante. En el teatro te sientes más dueña de todo lo que haces. En realidad, estoy a gusto en cualquier medio porque me gusta mucho el trabajo en equipo. Aunque en el teatro, desde que empiezan los ensayos ya hay equipo, y además tienes la sensación de que lo puedes mejorar cada día. En el cine eso no pasa, me siento un poco más perdida, porque lo domina el director.

A.- ¿Qué te gusta más, el teatro clásico o contemporáneo?

JS.- Me gusta todo. Después de dos temporadas de teatro clásico, me fui con Nuria Espert a hacer Las criadas, dirigida por Víctor García, que más contemporáneo no podía ser.

A.- ¿Qué títulos de teatro o cine recuerdas con más cariño?

JS.- De cine, Mi querida señorita. Fue una película que me dio una dimensión de actriz de cine. Y de teatro, es que tengo tantos, desde que estrené La rosa tatuada, Las criadas, Veraneantes, con Carlos Gandolfo…

A.- ¿Y personajes?

JS.- En La casa de Bernarda Alba, que estrené en España, en el teatro Goya ya desaparecido, hice primero el personaje de Adela, con Juan Antonio Bardem, después con Ángel Facio hice Martirio y, luego, en el María Guerrero, dirigida por Calixto Bieito, hice Poncia, por la que me dieron un premio Max.

A.- ¿Y el personaje de Bernarda Alba?

JS.- Nunca me han ofrecido la Bernarda, pero tengo que decir que es un personaje que no me resulta simpático.

A.- Tuviste tu propia compañía de teatro, ¿cómo te fue?

JS.- Mi Compañía no la creé por capricho, sino por el gusto de trabajar con un director y un equipo que me entusiasmaran. Hicimos obras como Largo viaje hacia la noche, de O´Neill, y Espectros de Ibsen, con José María Pou, y dirigidas las dos por Strasberg. Y dirigida por Calixto Bieito, La profesión de la Sra. Warren, de Bernard Shaw. Fue una experiencia maravillosa poder controlar esa situación y tener todo en tus manos, siempre asesorada por Ana Gelín en la parte de producción.

A.- Después de tantos premios como has recibido a lo largo de tu carrera, ¿qué ha significado para ti el premio "A toda una vida", de la Unión de Actores?

JS.- Pues muy entrañable, porque me lo han concedido mis compañeros, y aunque puede parecer un tópico, es verdad, estoy encantada. Y, a pesar de que el año pasado me dieron un San Jordi en Barcelona, que creo que lo votan los críticos, éste de la Unión de Actores es más cercano, porque es de la profesión.

A.- En general, ¿qué te parecen los premios?

JS.- Los premios siempre son un aliciente, te hacen ilusión. Es halagador recibirlos, porque sabes que son fruto de un esfuerzo o una trayectoria.

A.- ¿Cómo crees que ha cambiado la profesión desde que empezaste?

JS.- Cuando empezó la televisión empezó a cambiar, pero el teatro nunca morirá, es innato al ser humano. Ahora parece que el cine se está hundiendo, pero también seguirá.

A.- ¿Qué te parece el panorama actual? Crisis, recortes…

JS.- Lo veo muy mal, porque nos están ahogando total y absolutamente.

A.- ¿Qué piensas de las salas alternativas? Representaciones en pisos, La Casa de la Portera, El Salón de Belleza Garret…

JS.- Son ideales, en el sentido de que hacen un trabajo estupendo y con un plantel de gente maravillosa, que acaba de salir de las escuelas y a la que van dando oportunidades. Ahora hay tantas salas de éstas que no sabes donde ir. Me recuerda mucho a Buenos Aires, allí hay más de trescientas salas. Lo más importante es que esa gente luego pueda incorporarse a esos otros teatros más convencionales. Entre otros, el director de teatro Veronese salió de estas salas.

A.- En una profesión con el 90% de paro, ¿cómo ves el futuro de los actores jóvenes? ¿cuál es la perspectiva?

JS.- Lo que hemos hablado antes, tienen que seguir formándose, hacer teatro en el comedor de su casa o donde sea y luego vendrán otras oportunidades. Lola Casamayor, actriz maravillosa, que lo mismo hace Doña Perfecta en el María Guerrero que El Pelícano de Strindberg en la Casa de La Portera.

A.- ¿Qué estás preparando en la actualidad?

JS.- Una serie de televisión que dirige Fernando Colomo, creo que para Telecinco, y de la que todavía no se han decidido por un título. Es de humor, lo que me satisface ya que ocurre pocas veces, porque me llaman más para papeles dramáticos.

A.- ¿Algo más que quieras añadir?

JS.- Muchas gracias.

A.- Gracias a ti Julieta y enhorabuena por el premio "A toda una vida" que te hemos dado tus compañeros de la Unión de Actores.

Autor: José Ramón Pardo

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